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Para la gente que pregunta.... para dejar un comentario hacé click en el titulo de la nota.
Hoy quería aprovechar
este espacio para dar un consejo. Miren... (ese es el consejo). Lo digo por
experiencia, pues, observador como yo no existe. Yo soy capaz de distinguir
cuando un japones está mirando de cuando está sospechando. Es más, si yo voy a
la cancha a ver River- Estudiantes, entre tanto rojo y blanco señalo la popular
e inmediatamente te digo “Ahi está Wally”.
Eso si, debo
reconocer, que como al resto de la humanidad, hay cosas que se escapan a mi sinigual percepción.
Es que existen entes que son naturalmente imperceptibles, como las
bacterias, las moléculas, los átomos, la materia obscura y las patas
de las camas, mesas o sillas. Sobre todo estas últimas, pues, aunque uno esté
completamente atento a sus aptitudes propioseptivas en relación al medio
circundante, siempre va a haber una silla, una mesa o -en mi caso- una pered que fortuita discreta
y malignamente se va a colocar estratégicamente en la trayectoria entre un paso
y otro. Por desgracia, la extremidad que termina vapuleada es el dedo chiquito
del pie. Pero no es de extrañar, pues la función anatómica de esa
parte del cuerpo es recordarte que sos un pelotudo.
Yo creo que es la única parte
del cuerpo que no registramos. Incluso sólo nos acordamos de ese dedo cuando lo
envestimos con mucha furia contra cualquier objeto que esté en el
paso. Es prácticamente una cosa que no está ahí, pero paradójicamente las cosas
"que no están ahí" son de las que más te acordas, como el papel
higiénico o la paciencia de tu vieja. El problema está en que uno se
acuerda precisamente cuando no está ahí, o, contrariamente, en el caso del dedo
chiquito, cuando está ahí...morado.
Todo esto viene porque hace
un tiempo, tomé la pésima decisión de hacerle un favor a mi novia. Ella
me dijo:
-Gordo, me colgas la
toalla en el baño?
-Si mi amor.
Maldita sea la hora en la que acepté. (Ven?
por eso les digo que "Miren". Cuando tu novia te pide un favor,
pensalo dos veces... y si sabes que no se depiló pensalo tres veces.
Cuestión que cuando
fui a colgar la toalla, el zócalo en la pared dijo: “Acá se la doy...”
y me la dio. Fue horrible, fueron 30 segundo en los que se escuchó:
-sssssssssssssssssss
aaaaaaah, la puta madre. (silencio)
-sssssssssssssssssss
aaaaaaah que me parió.
La uña se elevó por sobre
la carne de un dedo que se encontraba llorando sangre, deprimido, adolorido,
latiendo y desconsolado por ser el extremo de un cuerpo que lo ignora. Algo así
como el Chino Luna en el plantel de River.
Insisto en mi consejo,
hay que ver... Por qué... primero porque si yo hubiera visto
que había una pared al lado de la puerta del baño, mi dedo no estaría
cumpliendo su función encomendada por mi sistema nervioso (recordarme que soy
un pelotudo). Y segundo porque si yo hubiera visto la condición de semejante lesión
del menique del pie, no me hubiera hecho el macho, ponerme la media sin
siquiera mandarle una curita, ponerme la zapatilla y salir del domicilio cual
poronga de barrio todo poderoso caminando para pasar toda una noche en La
Plata, cosa que la lesión se transforme en gangrena.
El transcurrir de mi noche
no precisa de mayor detalle, por comodidad literaria podría decir que ese es el
límite de mi pelotudez, pero el pudor que me genera ser portador de niveles tan
altos de estupidez en sangre, me obligan a resumir que estuve todo el viaje quejándome
–por supuesto- cada paso significaba un acento en mi dolor.
Llegue a mi casa a la
mañana siguiente, con el pie hecho un matambre envuelto en una media de hilo
que se había fusionado con mi uña fugitiva…. Respire hondo, tome la punta de la
media y la retire de mi pie llevando consigo la uña entera…
Si, dolió.
Mi consejo… Miren
**LauCHa**
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